Como agua entre las manos, la vida se va. Esta vida no se detiene y avanza al correr de cada segundo. Cada momento vivido o desperdiciado no regresa.
Tenemos en nuestras manos el mejor regalo que la vida nos puede dar. Se llama tiempo. No venimos a esta vida a sobrevivir, venimos a vivir y hay que tomarnos un momento para pensar y decidir cómo queremos caminar en esta vida, elegir a lado de quien disfrutar o lejos de quienes queremos estar.
La mayor parte del tiempo, estamos resolviendo las cosas como se van presentando, sin un verdadero sentido. ¿Sabes ya cuál es tu misión de vida? ¿Te has dado tiempo y espacio para preguntarte cuáles son esas virtudes y fortalezas que te definen como persona? ¿Qué puedes entregarle al mundo, a tu entorno, como quieres marcar la diferencia?
Me parece que, si aún no lo has hecho, éste sin duda, es el mejor momento para hacerlo. Descúbrete y una vez que lo hagas, aprovecha cada uno de tus dones para ponerlos al servicios de quienes están a tu lado, haz el trabajo diario para crecer, para mejorar, para construirte una vida plena, de éxito integral y ayuda a cuantas personas te sea posible a que alcancen ese nivel de vida.
No te detengas, porque el tiempo no lo hace y no querrás llegar a ese punto en la vida en donde veas que desperdiciaste tu tiempo y tus dones para dejar huella. ¡Vive, no sobrevivas!