Te conozco porque puedo verte. Sé de tu alma que calma e ilumina la vida de quienes te rodean, sé del trabajo propio para hacerte de nuevas y mejores herramientas para transitar por la vida.
Puedo sentir tu enorme tristeza y tu corazón resquebrajado. No tengo nada más para darte que una taza de té intentando reconfortar, un nombre y un teléfono que te ayude a transitar éste momento y estas palabras para ti, esperando que sea espejo y reflejo de tu ser.
Detente, obsérvate, no juzgues por anticipado el proceso, toma tu tiempo, aclara la mente, reflexiona, medita, abraza la enorme fuerza interna que tienes y poco a poco reconstruye tu vida y tu ser. Será de una nueva manera, te descubrirás distinta, trascenderás este suceso y vivirás de una forma que jamás hubieras pensado o hubieras querido imaginar; pero no sólo sobrevivirás. Vivirás. Y cada día y cada noche, el velo de dolor poco a poco dejará espacio para la luz, para hermosos recuerdos de una vida juntos y la estampa de su ser estará siempre en tu alma. Y tu luz y la estampa de tu ser, acompaña a su alma aún después de ésta vida.
Y un día, volverás a llorar de risa y volverás a desear bailar. Estoy segura de ello. Y mientras ese momento llega, en ese camino, te acompañamos las que te queremos y te vemos. Con lo que tenemos para darte y con lo que no, también.
Te mando toda la luz en un canal directo a tu alma, deseando que llegue a ti, todo lo que necesita tu mente, tu alma y tu espíritu para ir paso a paso con la certeza de una vida llena de amor, bienestar y felicidad para ti y ese pequeñito.