¿Qué hay dentro de esa caja? ¿Desde hace cuántos años viven cosas ahí? ¿Cuánto tiempo ha permanecido cerrada? Cuando llegue el momento de abrirla ¿Qué sentirás? ¿Qué te provocará?
En esa caja guardamos fragmentos del pasado. Secretos inconfesables, ahogamos llantos que desgarran, guardamos también un plan de vida que nunca fue, guardamos culpa, pedazos de ese corazón que un día nos hicieron pedazos, quedó llena de ilusiones y promesas de una vida que nunca existió y ahora somos otra persona, viviendo otra vida, una vida que nos hemos construido desde un yo más sano, más fuerte, con más sabiduría, viviendo libres de culpas porque hoy, después de tantas lagrimas, tanto dolor y tanta confusión nos damos cuenta que todo ha valido la pena y que lo que vibra, lo que te llama, lo que se siente bien, no puede estar mal.
Y mientras haya vida, seguiremos en constante cambio, aprendiendo que no hay garantías de amor, y que, como dice @vanessacoppel en un extraordinario escrito, -ser feliz debería ser la verdadera condena de todo ser humano– ejerciéndola desde la responsabilidad propia de lograrlo.
Creo sin duda, que cada camino recorrido, cada cambio de ruta esperado, inesperado o forzado, cada persona que para en nuestra vida, sea por días, por horas, por meses o incluso por años, nos enseñan a ver algo en nosotros y en nuestra vida para crecer, para sanar y para evolucionar el alma.
Se abrió la caja y me descubro sin dolor, con entendimiento, sin confusión y con un poco de nostalgia por lo que nunca llegó a ser, pero también con agradecimiento de que así fuera, porque ese vacío dejó espacio para la llegada de personas extraordinarias que marcan mi vida y mi corazón de una manera maravillosa y amorosa cada día.
La vida es maravillosa. Emocionante, inesperada y llena de sorpresas. Vive y siente. Dalo todo y no te guardes nada porque hoy, podría ser la última vez.
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